Las ramas, los troncos, las hojas secas se pierden, a lo lejos, en la niebla. Como los corazones rotos que tejen su urdimbre unos con otros muriendo en el olvido de los tiempos. Un sol radiante y una brisa, en primavera, levantarán el velo blanquecino y así podremos ver, hasta dónde llega el sentimiento.
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