Fueron sin fin tus días de gloria.
Erguida, fuerte, orgullosa en tu euforia,
lo más florido en ramas enarbola.
Fue un rayo perdido, hizo fumarola
de tus huesos nobles a la escoria,
hurtándote la vida y la memoria
apagando para siempre tu aureola.
Hoy ya no queda nada en ese hueco
el mundo ha terminado con tu aliento
dando fin a ese secreto intento,
eternidad en oculto recoveco.
Van parejos los años con el viento
y han dejado el corazón reseco
de un triste ser finalmente noneco
que deja oír a gritos su lamento.
nicolás vaquero martín.
Dios nos libre de los rayos que destrozan encinas. Vivas las quiero.
ResponderEliminarGracias Francisco.
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